Joven, esposa y madre: qué distante tu beso respetable en la mejilla; ¿cómo explicar que el roce en la rodilla más que fortuito fue intención galante?
¿Cómo, desde mi verso vacilante, decirte que en mí llevo una semilla con vocación fecunda de gavilla, de amigo transformándose en amante?
Joven y madre, descuidada esposa, desencantada de uno, y jubilosa por quienes reproducen tu figura.
Dejé tus labios de mis besos llenos, abrí tu blusa, acaricié tus senos, y aún no conoces mi íntima locura.
Los Angeles, 13 de enero de 2005
Soneto Nº 1208
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