La canasta de la abuela.....
 "¿Quién
dará un billete de cien dólares? Diez dólares... Setenta y cinco. Ahora
ochenta... ochenta y cinco, noventa... noventa... y veinticinco
centavos. Ahora dos... dos cincuenta..."
La voz del subastador sonaba
fuerte mientras la multitud se reunía alrededor de una carreta llena de
objetos de madera y antigüedades hechas a mano.
Estaba subastando la canasta
del picnic de madera de mi abuela. La multitud observó suspensa
mientras un decidido coleccionista de canastas luchaba por ganarle a un
grupo de tres nietos.
El coleccionista estaba
pujando por una canasta de picnic. Mis primos y yo pujábamos por una
parte de la historia de la familia que no habíamos visto desde la niñez.
Esta canasta de picnic era un tesoro inolvidable con un contenido muy especial.
La competencia de voluntades
rugió hasta que la vieja canasta del picnic volvió a la familia. El
precio de venta no es importante, pero la canasta del picnic de la
abuela, con las lecciones y el amor que permanecían dentro, no tenía
precio.
La abuela solía llenar la
canasta con emparedados y pastel hecho en casa. Hacía jarras de limonada
y caminaba con mi madre, primos y yo a un manzano especial en la huerta
del abuelo. Allí teníamos nuestro picnic y largas conversaciones a la
sombra de sus ramas. La abuela contaba historias sobre su niñez: las
luchas al venir a un nuevo país, establecer un hogar, y cómo ella y el
abuelo habían sembrado este árbol especial para picnics.
En abril, los pétalos de
flores caían sobre la canasta de picnic. Un día, la abuela recogió uno
de los pétalos. Nos dijo que los manzanos necesitan crecer antes de
florecer. Explicó porqué cada flor es importante para que otra manzana
crezca. La abuela dijo que las manzanas crecen en distintos colores, y
que cada una es formada un poco diferente del resto. Sin embargo, cada
una es importante para llenar el árbol con fruta madura en agosto.
También nos dijo que una diminuta semilla de manzana puede producir un
nuevo árbol que crecería, florecería y llevaría muchas manzanas durante
su vida.
La abuela suavemente colocó
en nuestras mentes la idea de que la gente también necesita crecer antes
de poder florecer. En maneras que podíamos comprender, ella explicó que
cada uno es una semilla de Dios con gran potencial. Nos aseguró que
Dios tenía un plan especial para cada una de nuestras vidas, y que si
crecíamos fuertes en la fe, floreceríamos como el árbol del picnic.
A lo largo de los años y
muchos giros y situaciones confusas, las pláticas de la abuela bajo el
manzano tomaron un significado más profundo. Su mensaje se aclaró. Así
como cada manzana floreciente es importante entre muchas, somos
importantes en el mundo de Dios.
Fuimos creados con una razón. Cada individuo hace la diferencia.
Nuestra vida tendrá muchas
ramas. Pueden explotar en hermosas flores una y otra vez si cultivamos
nuestro crecimiento. Dios ha colocado dentro de nosotros el potencial
para incontables logros fructíferos.
Descubramos nuestro potencial y permitámosle florecer. Cuando un pétalo de flor cae, recojámoslo y descubramos sus lecciones.
Hoy, el viejo árbol del
picnic es el último sobreviviente del huerto original del abuelo. Se
mantiene en pie en una pradera de hierba y tréboles. Desgastado por el
tiempo y las tormentas, se ha tornado frágil, listo a ser derribado por
una ráfaga de viento. Sin embargo sus ramas restantes florecen en la
primavera y producen fruto maduro a finales del verano.
Cuando el árbol del picnic
se haya ido, un retoño de sus propias semillas lo reemplazará. No puedo
imaginarme cuántas manzanas ha producido a lo largo de su vida, o
cuántas miles más producirá a través de sus descendientes.
Sin embargo, siempre
recordaré los pétalos de flores cayendo de sus ramas en la canasta del
picnic. La canasta del picnic de la abuela es un tesoro que contiene
lecciones que nunca envejecerán y un legado de amor que sus nietos nunca
olvidarán.
Steve Brunkhorst, escritor motivacional, copyright 2005
La herencia más grande que
dejamos a la familia, son los momentos enseñables de principios y
valores que ellos siempre recordaràn. Deja tu mejor herencia ahora.
Y los podréis dejar en
herencia para vuestros hijos después de vosotros, como posesión
hereditaria; para siempre os serviréis de ellos; pero en vuestros
hermanos los hijos de Israel no os enseñorearéis cada uno sobre su
hermano con dureza. Levítico 25:46.
Entonces
Moisés juró diciendo: Ciertamente la tierra que holló tu pie será para
ti, y para tus hijos en herencia perpetua, por cuanto cumpliste
siguiendo a mi Dios. Josué 14:9.
Reflexiones Crisitanas
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