Ausencia del unicornio
Dulce bien, ¿cómo acordarse para no herir? ¿a qué costado? Las ventanas se vuelven un coloquio. Las paredes escuchan.
No acierto a contemplarme.
Y aquí estoy guardando de nuevo las reliquias.
Soy una tejedora que urde y trama a su solo deseo, la guirnalda, la música, las joyas, el fruto, el asta erguida, el espejo vacío: el sol de los amantes.
Y aquí estoy guardando de nuevo las reliquias.
Soy una tejedora que urde y trama a su solo deseo, la guirnalda, la música, las joyas, el fruto, el asta erguida, el espejo vacío: el sol de los amantes.
ELVA MACÍAS
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