En esta soledad que me acrecienta la sed de ti, impidiéndome absorberte; en esta desnudez, húmeda y lenta, que te inventa a mi lado, sin tenerte; en este ofrecimiento que consume mis horas de ansiedad, inaceptado; en esta noche que verá el perfume de mi piel en el aire evaporado; en este lecho, que de ti vacío, se transforma en inhóspita meseta; en este abrazo en que te estrecho mío, y que tu abrazo, ausente, no completa…
La breve llama de la vela erguida sobre la palmatoria, en el estante, se desborda en la cera derretida, símbolo fálico desafiante. De mis labios se va un soplo ligero, y al momento la sombra me circunda; el roce firme de tu mano espero, y el fiero impulso que mi entraña inunda. Y he de suplir la ausencia de tu tacto con los dictados de mi fantasía, a solas consumando el mismo acto que contigo, mi amor, consumaría.