El nombre mío que he perdido, ¿dónde vive, dónde prospera? Nombre de infancia, gota de leche, rama de mirto tan ligera.
De no llevarme iba dichoso o de llevar mi adolescencia y con él ya no camino por campos y por praderas.
Llanto mío no conoce y no la quemó mi salmuera; cabellos blancos no me ha visto, ni mi boca con acidia, y no me habla si me encuentra.
Pero me cuentan que camina por las quiebras de mi montaña tarde a la tarde silencioso y sin mi cuerpo y vuelto mi alma.
GABRIELA MISTRAL
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