Nacisteis juntos, y juntos habréis de estar para siempre.
Juntos os encontrareis cuando las alas blancas de la muerte hagan huir vuestros días.
Ay! juntos también estaréis hasta en el recuerdo silencioso de Dios.
Pero dejad que haya espacios en esa unión vuestra.
Y dejad que los vientos de los cielos dancen entre vosotros.
Amaos el uno al otro, pero no hagáis que el amor sea una ligadura:
dejad más bien que sea cual un mar que se mueve entre las orillas de vuestras almas.
Llenaos mutuamente la copa, pero no bebáis solamente de una.
Compartid vuestros panes, pero sin comer de la misma rebanada.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero dejad que cada uno se sienta aparte,
así como las cuerdas de un laúd se hallan separadas aunque vibren con la misma música.
Entregaos el corazón, pero sin que por ellos dejéis de vigilarlo
pues sólo la mano de la Vida puede contener vuestros corazones.
Y estad unidos, aunque no demasiado juntos:
porque las columnas del templo se halla separadas,
y el roble y el ciprés no crecen uno bajo la sombra del otro.
de Kahlil Gibran, en su libro "El Profeta