Cuando yo me vaya,
no llores siquiera un minuto.
Coge mis cenizas y marchate al mar.
Ese mar que tanto quisimos los dos.
Y lenta, muy lenta, dispersalas todas,
sobre mis queridas y tranquilas olas.
Cuando yo me vaya
y te sientas sola,
no sufras tampoco ninguna tristeza.
Sal a la ventana
y contempla el mar, bello en su grandeza.
Y allí me verás lleno de alegría,
aguardando el día,
en que nos unamos en la eternidad.
Cuando yo me vaya,
no quiero que sufras ni que tengas pena.
Báñate en la playa,
que allí estaré yo mezclado en la arena...
besando tu cuerpo y tu piel querida...
esperando el día
en que nos unamos por siempre los dos,
allá... entre las aguas...
bañadas de sol...
Y cuando en el mar ya nos encontremos,
gozosos veremos
la vida que unidos supimos crear,
ese hijo bendito en quien viviremos...
allí... junto al mar...