En calma me hallaba, al borde de mi ventana, cuando apareció sin avisar la soledad en un gran altar.
Me susurro un miedo espantoso, me recorrió los huesos del cuerpo, para dejarme la eternidad en reposo.
Me susurro dolor y llanto, por no querer compartir, mi vida y su sentir.
Cuando quise darme cuenta, para ver la cara, de quien me acechaba, pues no era la soledad quien reclamaba, era el miedo quien hablaba.
El miedo acechaba en mi ventana, pues en soledad me hallaba, con gran calma.
Pues entendí, que el miedo domina nuestras vidas, que la soledad no es dañina, más bien el miedo se disfraza, de sensaciones y maneras, que con la mayor de las inocencias, desconocemos que expresen sensaciones placenteras.
Jonatan LL
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