
Tu voz vacía.
Porque tu voz ya no es sonora, a veces me llamo por mi nombre con tu voz,
Cierro mis ojos vehementes y me pronuncio. Entonces llegas sonoro a mi pecho y te protejo con mis manos para que no te me escapes de nuevo. Sólo un instante, el mismo que te desapareció, instante de bola de fuego que me traspasa dejándome un hueco en el tórax, como una ventana abierta que me despierta con el repetido sueño de buscar la manta con los pies.
Porque tu voz ya no es sonora, a veces me llamo por mi nombre con tu voz y aún lloro tu muerte inventada. Mi rostro se posa sobre tu lápida y te escribo un epitafio con mis lágrimas e insomne te velo con el riguroso luto de mis ojos oscuros, de mis ojos enterrados en vida bajo la tumba de mi almohada.
Me muero de frío, la ventana está rota, no hay manta a los pies de mi cama y sin embargo, aún sueño que regresas y me hablas al oído.
Beatriz Russo.
|