Y no obstante el amor, por ser amor,
es hermoso. Igual arde reluciente
un gran templo y la hierba. El mismo fuego
lame quemando el cedro y la hiedra.
Y el amor es un fuego; y cuando digo
te quiero, oh Dios, te quiero, ante tus ojos
me transfiguro en esplendor y siento
mi rostro centelleante que deslumbra.
En el amor no puede haber crueldad
aunque amen los más ruines de los seres,
que cuando aman a Dios Él los acepta.
Y en la apariencia ruin de lo que soy
brilla el sentimiento y purifica,
por ser fruto de amor, lo que es de carne.
Elizabeth Barret Browning