Yo deshice como una nube tus rebeliones,
y como niebla tus pecados;
vuélvete a mi, porque yo te redimí” Isaías 44:22
Quiero hoy observar atentamente la
comparación de mis pecados como una nube.
Las nubes son de muchas formas y sombras,
de igual manera son mis transgresiones.
Como las nubes oscurecen la luz del sol,
y oscurecen el paisaje abajo, así también
mis pecados ocultan de mi vida la luz de
cara de Jehová, y me sienta en la sombra de la muerte.
Cuando las nubes se cargan de agua cuando
su medida está llena, entonces nos amenazan
con tormenta y tempestad. De igual manera mis
pecados amenazan con inundar mi vida con destrucción.
Qué gran acto divino aparece cuando la
tempestad amenaza con destruir mi vida.
El acto de la misericordia del Padre,
EL ACTO NOTABLE del perdón divino
— Dios mismo aparece en escena, y en su
benignidad divina, en vez de manifestar
Su enfado, da a conocer Su gracia: Él
de inmediato y para siempre quita la sombra
destructora de la nube y la sopla arrojándola
bien lejos para que ya no empañe más mi vida.
Contra el hombre justificado ningun pecado
permanece, la grande transacción de la cruz
ha quitado eternamente sus transgresiones
de él. Sobre la cumbre de Calvario el grande
acto, mi pecado fue totalmente borrado.
Ahora que he sido perdonado y que me dice
Yo deshice como una nube tus rebeliones
y como niebla tus pecados, puedo escuchar
su llamado de gracia…VUELVETE A MÍ.
De la distancia tan grande que me separaba
de Dios ahora su llamado me recuerda hoy
que él espera que yo me acerque….la más
grande cercanía posible de comunión con
el Señor, la cercanía del Espíritu Santo
y la razón es..porque yo te redimí.
Ya no me pertenezco..pertenezco al Señor.
Señor, Gracias por disipar mis pecados
como nube y mis rebeliones como niebla.
Hoy quiero recordarlo y aceptar la invitación
de Vuélvete a mí. Quiero acercarme a ti
con el corazón y la alegría de sentirme
amado y perdonado. Las razones de este
acercamiento son poderosas, porque tú
me has redimido y ya no me pertenezco.
A ti me entrego y ante ti me rindo porque
sólo en ti hay plenitud de gozo y alegría.
Gracias Señor, porque solo en ti hay amor y alegría. Amén
Dr. Serafín Contreras Galeano.
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