Un Obispo, de la costa oriental de los Estados
Unidos, hace muchos años visitó a una
pequeña universidad religiosa del medio oeste.
Se alojó en casa del presidente de la
universidad, que también fungía como
catedrático de física y química. Después
de la cena, el obispo dijo que el milenio
no podía estar lejos porque todo
sobre la naturaleza había sido descubierto
y todos los inventos habían sido concebidos.
El joven presidente de la universidad
le manifestó cortésmente su desacuerdo
y le dijo que él creía que habría más
descubrimientos. Cuando el obispo,
enojado, retó al presidente para que
nombrara siquiera uno de tales inventos,
el presidente replicó que estaba seguro
de que dentro de cincuenta años los hombres podrían volar.
“¡Absurdo!” barboteó el furioso obispo.
“Sólo los ángeles fueron creados para volar”.
El nombre del obispo era Wright, y tenía dos
hijos que demostrarían tener una visión más
amplia que la de su padre. Sus nombres eran Orville y Wilbur. (Inventaron y pusieron en vuelo el primer avión práctico.)
El padre y sus hijos vivían bajo el mismo cielo,
pero no tenían el mismo horizonte. (William Barker)
Muchas veces Dios ha puesto en nuestro
Corazón una visión que quizá no concuerde
con la de quienes nos rodean, sin embargo
no olvidemos que es Él quien la ha puesto allí.
Habacuc 2:3 Aunque la visión tardará aún por tiempo,
más al fin hablará, y no mentirá: aunque
se tardare, espéralo, que sin duda vendrá; no tardará. Juan 4:35 ¿No decís vosotros: Aun hay cuatro meses
hasta que llegue la siega? He aquí os digo:
Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones,
porque ya están blancas para la siega. Daniel 8:26 Y la visión de la tarde y la mañana que
está dicha, es verdadera: y tú guarda la visión,
porque es para muchos días. Filipenses 3:15 Así que, todos los que somos perfectos,
esto mismo sintamos: y si otra cosa sentís,
esto también os revelará Dios.

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