Entonces llamando a sus doce discípulos,
les dio autoridad sobre los espíritus inmundos,
para que los echasen fuera, y para
sanar toda enfermedad y toda dolencia”. Mateo 10:1
El Señor ejerció su autoridad en todo su
ministerio. El decidió transferir a sus
Discípulos esa misma autoridad y por
ende a todos los creyentes. Hoy quiero
comprender mi papel ejerciendo la autoridad
en todas las áreas de mi vida. Este
mundo no conoce lo que es la verdadera autoridad.
Autoridad no es controlar. Autoridad no es
imponer. Autoridad no es gritar. “Dios me ha
dado autoridad en el cielo y en la tierra” Dijo
el Señor Jesús. Pero esa autoridad no
fue impuesta pero fue demostrada en su
manera de vivir. La autoridad de un creyente
cuando es impuesta destruye vidas….
Para él lo más importante es el reglamento.
Para el siervo lo más importante es
demostrar con su vida que la autoridad le
ha sido transferida. La autoridad del siervo
es demostrada en su propia vida y cuando
la ejerce, aunque no guste, todos saben que es necesaria.
No hay autoridad más fuerte e impresionante
que la vida misma. La credibilidad,
la honestidad, la vida de carácter es la fibra
central, la médula indiscutible de la autoridad.
Hoy, la gente ya no busca tener líderes con
carisma, verbo y estilo, lo que el pueblo busca
hoy son siervos con una autoridad que fluye del corazón.
La autoridad del cielo se extiende hacia la tierra
a través de hombres y mujeres que saben
someter todas las áreas de su vida a la autoridad del Señor.
Señorío de Cristo en mi vida no puede seguir
siendo una frase desnutrida y descolorida,
sino una vivencia clara y real de someter
mis amhelos, proyectos y deseosa la aprobación de Dios.
Cuando la autoridad de Dios en mi define
mi existencia entonces
la bendicion de Dios no se hace esperar.
Señor, Gracias por ser el Señor en todas
las áreas de mi vida. Hoy me someto a ti
continua y totalmente para que de esa manera
pueda ejercer tu autoridad en los eventos,
circunstancias y personas que quiera
manipular o manejar mi vida.
Creo firmemente en tu poder que actua hoy en mi. Amén.