Cierto hombre susurró, Dios, háblame...
Y el árbol cantó.
Pero el hombre no oía.
Habló más fuerte, ¡Dios, háblame! y un rayo cruzó el cielo…
Pero el hombre no escucho.
Miró a su alrededor y dijo: ¡Dios, permite que te vea!
Y una estrella se iluminó con gran resplandor…
Pero el hombre no la vio.
Entonces gritó: ¡Dios, muéstrame un milagro!
Y en ese momento nació un niño…
Pero el hombre no se dio cuenta.
Luego pidió a gritos, con desesperación:
¡Dios haz algo, hazme saber que estás aquí!
En ese instante, Dios hizo que una mariposa
se posase sobre su hombro...
Pero el hombre la espantó y continuó su camino…
“No
te pierdas la bendición de observar
las pequeñas cosas que ocurren a tu
alrededor.
Si te detienes podrás observar a
Dios mostrándose en tu
vida”
D/A