Te damos gracias, oh Dios, te damos
gracias, pues cercano está tu nombre;
los hombres declaran tus maravillas. Salmo 75:1
Dios…nuestro vecino.
Cercano – David supo la diferencia entre
estar agradecido por los presentes y estar agradecidos por la Presencia.
El salmo 75:1 es la expresión de gozo por la
gratitud de tener a Dios como su vecino,
aquel vecino que está muy cerca a nosotros.
La palabra hebrea que usa David para cercano
es garov, es la misma palabra usada en
Exodo 12:4 donde dice: ““Mas si la casa
es muy pequeña para un cordero,
entonces él y el vecino más cercano
a su casa tomarán uno según el número
de personas”. Esta palabra describe la
casa del vecino más cerca. “Gracias, Dios, por ser mi vecino más cerca” .
¿Cuán cerca está Dios de ti?
¿Está Él en el jardín cuando tu cortas el césped en tu jardín?
¿Está Él lavando el carro cuando
tu estacionas el tuyo luego de un día de duro trabajo?
¿Toca Él la puerta tuya para llevarte un
Pastel de Manzana o para invitarte a la cena en la noche con él?
¿Es Él el vecino a quién tu les pides que vigile tu casa mientras estas de viaje?
¿Es a Él a quién le pides que guarde el correo cuando llega?
Si estas imágenes te parecen un poco
sorpresivas, puede ser que piensas que
Dios está muy distante. El Dios de David
es el Dios que vive en vecindad, Aquel
quien está tan cerca para celebraciones o para consolaciones.
Yahew, El Dios cuyo nombre está cercano
a nosotros, es el Dios que habita en
comunidad y a Él le gusta estar allí en el vecindario.
Con cuanta frecuencia vivimos con Dios
pero a la distancia. Él una vez está tan
cerca de nosotros, presente en
nuestras rutinas diarias, un buen amigo,
pero, un día comprendimos que nosotros nos mudamos.
Dios sigue allí, en el mismo vecindario,
porque Él ama la comunidad, Él es el
mejor de todos los vecinos. Pero,
nosotros un día vimos el resplandor de la
ciudad vecina, Los centros comerciales
provocativos, la tentación de lo que es
“grande y mejor” y nos mudamos, dejamos
la quietud y la gentileza del vecindario y terminamos alimentando cerdos.
Dios está todavía en la tierra que dejamos,
Él aún cuida su jardín y le da crecimiento
a las bellas flores, limpia la acera y descansa
en la hamaca de sus nubes. Él sabe que
nosotros regresaremos, cuando estemos cansados y desgastados.
Nosotros llegaremos a nuestra antigua
casa y Él nos saludará como siempre lo
hace con sus vecinos, entonces y sólo
entonces diremos como David: “Dios,
Estoy feliz de que tú estás cerca. Tú eres
el mejor vecino que alguien podría
tener, ¿por qué no lo pensé antes de mudarme?”
Señor, Estoy acá este día agradecido de tu
cercanía y de tu presencia. No dejes que
me vaya otra vez de tu lado. Te amo con
todo mi ser y disfruto hoy de tu presencia. Gracias, mi amado Dios.