“Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.”
Romanos 5.8
Me encanta regresar y volver a leer este versículo. Es algo que a menudo olvidamos y al olvidar somos desviados fácilmente. Déjame explicarlo….
Dios nos mostró el amor que Él tiene por nosotros, la profundidad del amor, la medida de Su amor, la calidad de Su amor, Él nos lo dio todo sin y antes de pedirnos algo a cambio. Su amor por nosotros no está basado en nuestro desempeño pero si está basado en SU desempeño. En otras palabras, no hay nada que pudieses hacer que haga que Él te me menos. Nada.
Nos olvidamos de esto. Y cuando lo olvidamos, es fácil que nos obsesionemos con nuestros éxitos y fracasos. Empezamos a creer que nuestro valor está basado en nuestro desempeño.
La idea es entonces reforzada por nuestro desempeño en la familia, en donde si no cumplimos con las expectativas entonces se nos muestra menos amor o consideración. También es reforzada por nuestras Iglesias, en donde la importancia de la jerarquía autodestructiva es construida en el ser “santo”, también conocido como, desempeño. Por medio de este pensamiento confuso, empezamos a vivir nuestras vidas y relaciones en base al desempeño.
Ese NO es el mensaje del evangelio!
Te animo hoy a que recuerdes que el amor de Dios para ti no se ve afectado por tus acciones ni desempeño. Se ve únicamente afectado por el desempeño de Jesús en la cruz. Ese hecho fue completo y perfecto. El cual es como Dios te ve, a través del lente de Su hijo, completo y perfecto.
El amor de Dios por ti, ahora, es el de un padre orgulloso. Algunos de ustedes tal vez nunca han experimentado el amor de un padre orgulloso de ti. Hoy puedes hacerlo. Hoy, no hay nada de lo que te debas sentir avergonzado, nada que te cause sentirte abandonado. Eres amado y aceptado tal como eres. Por hoy, deja que eso sea suficiente.