Cual red que me retenga.
Cual red que me retenga, dónde un mástil como a Ulises, dónde un muro de algas pérfidas que me corte este vuelo, que me imprima en la lengua otra sed que no sea esta sed de tomarte con huracanes ciegos.
No hay cuerda que me toque, no hay turbios arrecifes. Soy un rayo perfecto. Ardo en un girasol delirante de celo.
La sangre se me escapa, tornado adolescente. Una orquídea de oro te he de poner por sexo.
No hay ríos maniatados, no hay sal, no hay torcedura que me lacere el paso.
Voy a beber el mar que guardas retenido, a arrancarte la copa, el algodón de nieve, de la leche los lares, lentos linos, luceros.
Cubro tu cielo tu espalda. Tú entre mi espalda y el cielo.
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