Se ha dicho que los ángeles están en todos lados. Son descritos como seres que vienen a ayudarnos, enseñarnos y protegernos en tiempos de peligro. Pudieran ser masculinos o femeninos, jóvenes o viejos. Tal vez nos hayamos topado con un ángel en nuestra vida.
Para alguna gente que no conocía a Harry, él era tan sólo un ciudadano de la tercera edad. Para mí, él era un mentor, un buen oidor, pero sobre todo, mi amigo. Harry siempre tenía tiempo para mí cuando le llamaba por teléfono con algún problema de fontanería. Él siempre solía decir: “¿Cómo estás muchacho?”
Siempre sería un muchacho para Harry, quien era lo suficientemente viejo para ser mi padre, pero yo le veía más como un abuelo que nunca conocí. Harry era bondadoso, paciente y un buen oidor. Conversábamos a menudo de los buenos tiempos de antaño cuando él era muchacho y cómo había visto las cosas cambiar.
A menudo hablaba de su abuela y su puesto de periódicos además de los tiempos en que solía nadar en el Río Oriental, los lugares en los que había laborado y cosas por el estilo.
Me pasó mucho de su conocimiento sobre fontanería en nuestras frecuentes pláticas y me inspiraba a confiar en las cosas que había aprendido de él y en el empleo. Todavía recuerdo cuando un cliente vino a la tienda en busca de ayuda. Comencé a alejarme sintiéndome inseguro de mí mismo. Harry dijo: “Adelante, muchacho, tú puedes hacerlo, tienes que dejar el nido alguna vez y ahora es el tiempo”. Tenía razón.
Harry fue un hombre humilde. Solía quejarme cuando me habían pedido un día barrer el piso de la tienda y Harry me dijo: “Muchacho, es parte del trabajo y además, te están pagando”. Él tomaba la escoba sin problemas y comenzaba a tararear.
Siempre me sorprendía el cómo este gentil hombre podía transformar una tarea desagradable en una oportunidad de aprendizaje para mí.
Harry también me ayudó a trabajar en uno de mis defectos de carácter: el falso orgullo. Harry tenía bastante orgullo; ninguna tarea estaba por debajo de él. Siempre quise ser como él. Nunca parecía permitir que las cosas pequeñas le molestasen. Me decía: “La vida es demasiado corta para eso”.
Voy a extrañar su preocupación y maneras amables y siempre añoraré los momentos que pasamos juntos. Estoy agradecido por las buenas partes de Harry que se me pegaron y a veces intento pasarle estos dones a otros. Dios debió haber sabido que yo necesitaba un ángel para guiarme y escogió a Harry.
Miguel Abreu, copyright 2006
Nunca menosprecies el amigo que Dios pone a tu lado, podría parecer un ángel, pero es un amigo, un regalo de Dios para aprender.
En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia. Proverbios 17:17.
El unguento y el perfume alegran el corazón, Y el cordial consejo del amigo, al hombre. Proverbios 27:9.