“Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas”. Mateo 23:4
El legalismo parece santo en la superficie, pero siempre transfiere la carga del Señor a nosotros. Se concentra en nuestras obras más que en las Suyas.
La adoración está destinada a celebrar todo lo que Jesús ha hecho por nosotros, y ¡no podemos llevarla verdaderamente a cabo ejerciendo presión sobre nosotros mismos o sobre otros para que se esfuercen!
Los beneficios de la adoración son evidentes, y entre más frecuente y libremente adoremos, mayores bendiciones experimentaremos. Pero esto no es porque ganemos las bendiciones del modo en que un perro podría ganarse una galleta por recuperar un periódico. Dios no dice: “Mira qué lindo adorador”.La adoración es como tener aire acondicionado durante el verano en Texas; préndelo con la frecuencia que quieras.
Hay un sinnúmero de fuerzas físicas, poderes y procesos que propulsan cosas en el mundo y hacen que las cosas sucedan: magnetismo, gravedad, electricidad, viento, fisión, por mencionar algunas. Nuestro mundo natural está “gobernado” por varias leyes: las acciones tienen reacciones; la fricción aminora el movimiento; la materia y la energía pueden transformarse, pero no cesan de existir; y todo tiende hacia el caos.
El vivir tu vida en el Señor te expondrá a fuerzas espirituales, poderes y procesos que afectan todo en tu vida. La adoración está entre las más poderosas de estas dinámicas espirituales, y el enemigo de tu alma no quiere que lo entiendas, mucho menos que lo pongas en práctica.
La adoración no sólo señala nuestra lealtad al Señor, sino que también tiene un gran efecto dentro de nosotros y a nuestro alrededor.
Como hemos visto, nos coloca en una postura para más fácilmente recibir Sus instrucciones e intenciones. Esto se debe en parte al cambio que produce en nosotros, pero también porque activamente invita a la soberanía de Dios a establecerse en las situaciones de nuestra vida.
¿Sabías que “el trono de Dios está asentado en las alabanzas” de Su pueblo (Salmo 22:3)? En un sentido espiritual Él habita entre nuestra alabanza, así que la adoración invita a Dios en forma apremiante a invadir nuestras circunstancias con el poder de Su reino.
Por eso hoy no caeré en una adoración regida por el legalismo.
Señor, quiero adorarte en espíritu y en verdad y hacerlo libremente sin peso de legalismo alguno. Amén.
Dr. Daniel A. Brown.
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