Cuenta una leyenda que un caminante
halló un pedazo de greda muy fragante
Despedía un olor tan intenso y grato
que sus efluvios impregnaban todo el cuarto.
Dime, ¿qué eres? —inquirió el viajero—.
¿Una perla rara de un país extranjero?
¿Un nardo exótico que de arcilla se atavía?
¿O alguna otra costosa mercadería?
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