Necesito de ti.
Necesito de ti, de tu presencia, de tu alegre locura enamorada. No soporto que agobie mi morada la penumbra sin labios de tu ausencia.
Necesito de ti, de tu clemencia, de la furia de luz de tu mirada; esa roja y tremenda llamarada que me impones, amor, de penitencia.
Necesito tus riendas de cordura y aunque a veces tu orgullo me tortura de mi puesto de amante no dimito.
Necesito la miel de tu ternura, el metal de tu voz, tu calentura. Necesito de ti, te necesito. Rafael Lèon.
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