DÍA 29 DE ENERO
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BEATA BOLESLAVA MARÍA LAMENT. Nació en Lowicz (Polonia) en 1862. De joven marchó a Varsovia y empezó a cuidar a los pobres y sin hogar. Al poco de llegar a la capital polaca, ingresó en la Tercera Orden seglar de San Francisco y tomó como confesor y director espiritual al beato Honorato Kozminski, capuchino. Aconsejada por éste, marchó a Bielorrusia, donde fundó, en 1905, la congregación de las Hermanas Misioneras de la Sagrada Familia para trabajar por la unidad de las Iglesias ortodoxa y católica, educar a la juventud y atender a los pobres. Ella y su fundación tuvieron que pasar por circunstancias sociales y políticas muy adversas (Revolución Bolchevique, Segunda Guerra Mundial, etc.) en Rusia, Finlandia, Países Bálticos, Polonia, sin perder nunca el aliento ni dejar su apostolado. Estuvo paralítica los cinco últimos años de su vida. Murió en Bialystok (Polonia) el 29 de enero de 1946, y fue beatificada por Juan Pablo II en Polonia el 5 de junio de 1991.
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PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
Dijo Jesús a sus discípulos: --No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros (Jn 15,16-17).
Orar con la Iglesia:
En el nombre de Jesús, que intercede siempre en nuestro favor, elevemos a Dios Padre nuestra oración:
-Para que la Iglesia anuncie con sencillez y entereza la palabra de Dios en todas las situaciones, por difíciles que sean.
-Para que los religiosos y las religiosas sean en la Iglesia y en el mundo testigos de la paz y del amor de Cristo.
-Para que la escucha del Evangelio nos haga a todos fermento de renovación humana y cristiana.
-Para que las comunidades cristianas y las familias sean tierra fértil en la que puedan germinar y crecer las vocaciones a la vida consagrada.
-Para que los creyentes, como María, estemos abiertos a la acción del Espíritu Santo.
Oración:
Ponemos ante ti, Señor, nuestras súplicas; atiéndelas por tu inmensa bondad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.