SANTA JACINTA DE MARISCOTTI. Nació en Vignanello, cerca de Viterbo (Italia), en 1585, de familia noble. Sus padres la enviaron a las clarisas, que pronto abandonó. A los 20 años ingresó en el monasterio de las Franciscanas de la Tercera Orden Regular de Viterbo. Tanto en el siglo como en el claustro llevó una vida ligera y disipada hasta que, a los treinta años y a raíz de una grave enfermedad, se convirtió del todo al Señor. A partir de entonces llevó una vida de gran austeridad y penitencia, y se afanó en obras de caridad; fundó cofradías para la adoración de la Eucaristía y para atender a los pobres, enfermos y ancianos. Dios adornó su intensa oración y contemplación con carismas extraordinarios. Murió en Viterbo el 30 de enero de 1640.
- Oración: Oh Dios, que nos has dejado en santa Jacinta un ejemplo vivo de mortificación y amor a ti, concédenos, por su intercesión, reconocer nuestros pecados, llorarlos y permanecer en tu amistad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
En tus labios estén las palabras de Dios -dijo el Señor a Josué-; día y noche medita en ellas, cuida de hacer todo lo que ellas dicen; así tu vida tendrá sentido y valor (Jos 1,8).
Orar con la Iglesia:
Con filial confianza dirijamos nuestra oración al Padre, fuente de la verdad y del bien:
-Para que la Iglesia, fiel al encargo de Jesús, proclame en todas partes la Buena Nueva de la que es portadora.
-Para que los gobiernos no impidan el anuncio de la Palabra a todas las personas.
-Para que los cristianos escuchemos y acojamos con premura la Palabra del Señor, que es espíritu y vida.
-Para que la semilla del Evangelio caída en nuestro corazón, crezca y dé fruto centuplicado.
Oración: Acoge, Padre, las oraciones que con fe y esperanza te hemos dirigido. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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