BEATA FELIPA MARERI. Nació de la noble familia de los Mareri a finales del siglo XII cerca de Rieti (Italia). Tuvo la fortuna de ver y escuchar a san Francisco cuando el santo, de viaje por el Valle de Rieti, se hospedaba en casa de sus padres. Movida por el ejemplo de Francisco decidió consagrarse a Dios y, como sus familiares no aprobaban su propósito, huyó de casa y se refugió, con algunas compañeras, en una gruta de las montañas cercanas. Allí permaneció hasta que su sus hermanos le dieron, en 1228, el castillo de Borgo San Pietro (Abruzzo) y la iglesia aneja, donde se fue organizando la vida claustral siguiendo las normas y forma de vida que san Francisco había dado a las clarisas de San Damián. El mismo Francisco encomendó al beato Rogerio de Todi el cuidado espiritual del monasterio, en el que se oraba y se trabajaba, se hacía apostolado y se ayudaba a los pobres. Felipa murió el 16 de febrero de 1236.
PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi juventud; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor (Salmo 24,6-7).
Orar con la Iglesia:
Demos gracias a Dios, nuestro Padre, y roguémosle que purifique nuestros corazones y los llene del Espíritu Santo.
-Danos vivir de toda palabra que sale de tu boca.
-Haz que busquemos la caridad no únicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria.
-Haznos observar el ayuno y la austeridad que te agradan, compartiendo nuestro pan con los hambrientos.
-Concédenos llevar en nuestros cuerpos la muerte de tu Hijo, tú que nos has vivificado en su cuerpo.
Oración: Señor, fortalécenos con tu auxilio para que nos mantengamos en espíritu de conversión. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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