BEATO JORDÁN DE SAJONIA. Nació en Burgherg (Westfalia) en torno al año 1175 o 1185, hijo de los condes de Ebernstein. Estudió en la Universidad de París, y era ya maestro en artes y bachiller en teología cuando, en 1220, se encontró allí con santo Domingo. La palabra y el ejemplo del Santo lo convenció, y no tardó en vestir el hábito de los dominicos. El fundador de la Orden de Predicadores murió en agosto de 1221, y el capítulo general celebrado en París el año 1222 lo eligió como sucesor suyo al frente de la Orden. Es una de las grandes figuras de su Orden, contribuyó grandemente a su difusión y supo transmitir a la posteridad las líneas esenciales de la espiritualidad de Domingo y los rasgos que caracterizan a su familia religiosa. Fue hombre de palabra elocuente, tierno corazón y celo apasionado por llevar a todos el amor de Cristo. Peregrinó a Tierra Santa; a su regreso, la nave naufragó frente a las costas de Siria y él murió ahogado; era el 13 de febrero de 1237.
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PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
Dijo Jesús: -Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros (Mt 5,11-12).
Orar con la Iglesia:
Oremos a Dios Padre, para que colme de felicidad a quienes viven las bienaventuranzas proclamadas por su Hijo.
-Por la Iglesia: para que sea a los ojos del mundo imagen de la nueva humanidad prometida por Cristo.
-Por los que ejercen la autoridad y el poder: para que trabajen por la paz, fruto de la justicia, y protejan en particular a los débiles y desvalidos.
-Por los pobres, los enfermos, los que tienen hambre, los perseguidos...: para que puedan experimentar el consuelo, la hartura y la recompensa de Dios.
-Por todos los cristianos: para que a ejemplo de los santos vivamos las bienaventuras que ellos supieron encarnaron.
Oración: Escucha, Señor, nuestras súplicas y concédenos bondadoso lo que te pedimos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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