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SANTA TERESA EUSTOQUIO VERZERI. Nació en Bérgamo (Italia) el año 1801, de familia noble y piadosa. Recibió una educación exquisita, y desde su juventud siguió un intenso proceso de purificación interior, que le hizo vivir con angustia la experiencia mística de la ausencia de Dios. Superadas sus dudas y ansiedades, pasó un tiempo con las benedictinas, pero comprendió que su camino hacia Dios era otro. Se dedicó a la enseñanza, y así llegó a fundar en 1831 la Congregación de las Hijas del Sagrado Corazón, en medio de una sociedad atribulada por las revueltas de Italia, el jansenismo y las secuelas de la Revolución Francesa. Sensible a las necesidades de su tiempo, la caridad la llevó a ella y a sus religiosas a cuidarse incluso de situaciones graves y arriesgadas: atienden a las jóvenes en peligro, a los hogares deshechos, a los niños sin familia; enseñan en las escuelas públicas, dan catecismo, asisten a los enfermos. Murió en Brescia el 3 de marzo de 1852. Fue canonizada por Juan Pablo II en 2001.
PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
Dice el apóstol Santiago: -Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca (St 5,7-8).
Orar con la Iglesia:
Oremos a Cristo, nuestro Redentor, que viene cada día a dar la Buena Nueva a los pobres y a los humildes.
-Manifiéstate, Señor Jesús, a todos los que no te conocen para que también ellos vean tu salvación.
-Que tu nombre, Señor, se manifieste hasta el confín de la tierra y que todos los hombres descubran el camino que conduce a ti.
-Tú que viniste por primera vez para salvar al mundo, ven de nuevo para salvar a los que en ti creen.
-Conserva, Señor, y defiende siempre aquella libertad de espíritu que tu venida trajo a los redimidos.
Oración: Dios todopoderoso, te pedimos que tu Hijo, que se encarnó en las entrañas de santa María Virgen, nos haga partícipes de su abundante misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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