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SAN JULIÁN DE TOLEDO. Nació en Toledo (España) de familia judía conversa hacia el año 620. Se educó en la escuela catedralicia, donde trabó amistad con el famoso Gudila, fue ascendiendo los grados de la jerarquía y lo eligieron obispo metropolitano de su ciudad el 680. Era hombre de una gran personalidad, buenas dotes naturales y extraordinaria prudencia en los asuntos que tenía que afrontar. No obstante, engañado, intervino en la deposición del rey Wamba, al que luego trató de compensar haciendo su apología. Convocó tres concilios, expuso en sus escritos la recta doctrina católica y fue un modelo de justicia, caridad y celo por la salvación de las almas. Defendió ante la Curia Romana la ortodoxia de la Iglesia española. En su gobierno mostró una gran sabiduría y prudencia, ecuanimidad y cuidado de los pobres e indigentes. Murió en Toledo el año 690.
PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
Después de la Última Cena, «Jesús salió, como de costumbre, al monte de los Olivos, y los discípulos lo siguieron. Llegados al lugar, les dijo: "Orad para que no caigáis en la tentación". Y se apartó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba diciendo: "Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya"» (Lc 22,39-42).
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Orar con la Iglesia:
Acudamos a Cristo, Palabra del Padre, que al acampar entre nosotros nos abrió el camino de la salvación, y digámosle: Líbranos, Señor, de todo mal.
-Por el misterio de tu encarnación, por tu nacimiento y tu infancia, por toda tu vida consagrada al servicio del Padre: Líbranos, Señor, de todo mal.
-Por tu trabajo, por tu predicación y tus largas horas de camino, por tu trato con los pecadores:Líbranos, Señor, de todo mal.
-Por tu agonía y tu pasión, por tu cruz y tu desolación, por tus angustias, por tu muerte y sepultura: Líbranos, Señor, de todo mal.
-Por tu resurrección y ascensión a los cielos, por la donación del Espíritu Santo, por tu gloria eterna, libra, Señor, a nuestros hermanos difuntos. Y a nosotros líbranos, Señor, de todo mal.
Oración: Dios todopoderoso, por el nacimiento de tu Hijo en nuestra carne, líbranos del yugo con que nos domina la servidumbre del pecado. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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