Libera de los pecados,
indica la Iglesia, sino una invitación a cambiar, a cumplir lo que predicó Jesús
hace más de 2.000 años sobre el amor y la solidaridad.
“Éste debe ser un tiempo de reflexión en nuestra vida,
de entender adónde vamos, de analizar cómo es nuestro comportamiento con la familia y,
en general, con todos los seres que nos rodean”, señala el mensaje eclesial.
El periodo de la cuaresma, que empieza hoy,
posee en el calendario cristiano un significado profundo
que se sintetiza en un llamado a la conversión.
Pero, ¿conversión de qué? La Iglesia lo explica: abandonar el odio,
el rencor, la venganza, el egoísmo, todo aquello que rebaja la dignidad,
para dar paso al amor, la bondad, la comprensión y la tolerancia como
elementos básicos de convivencia.
Hay que convertirse del mal al bien, y para ello el costo
es simple: predisposición para aceptar las enseñanzas
y mandamientos de Dios, practicar la abstinencia,
el ayuno y la caridad con el prójimo.
De La Red