En el año 2008, el equipo de la película Day of Discovery (Día de Descubrimiento) viajó a China para seguir la misma ruta de la vida del misionero Eric Liddel, el atleta cuya historia se contó en otra película, Carros de Fuego.
El equipo incluyó a las tres hijas de Eric: Patricia, Heather y Maureen, que volvieron a visitar algunos de los lugares donde las dos hermanas mayores habían vivido. En el viaje también iba su anciana tía Louise.
En una ocasión, después de llegar a Pequín, todos tuvieron que caminar una buena distancia con su equipaje. Mientras lo hacían, la tía Louise se quedó sin aliento. Julie, un miembro del equipo de la película, se sentó junto a ella, puso la mano sobre su rodilla e hizo esta simple oración: «Querido Jesús, ayuda a la tía Louise para que respire». De inmediato, ella comenzó a recobrar el aliento.
Más tarde, Heather volvió a contar la historia y compartió que la oración de Julie había reavivado su fe. El sencillo acto de fe de Julie le recordó a Heather la continua conexión que tenemos con Jesús —una realidad que había dejado de lado en su vida.
Algunas veces necesitamos recordatorios de que Dios está cerca. Cuando vienen las pruebas y Dios parece lejos, recuerda la oración de Julie y la verdad de que sólo estamos a una oración de distancia para conectarnos con el Dios del universo (Juan 14:13).
Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. —Juan 14:13
(de la red)