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SAN DAMIÁN DE VEUSTER (o de Molokai). Nació en Tremenloo (Bélgica) el año 1840 en el seno de una familia numerosa y cristiana. En su adolescencia trabajó en la granja familiar, pero a los 19 años ingresó en la Congregación de los Sagrados Corazones. Estudió en París y Lovaina. Antes de acabar la carrera pidió ir a misiones y en 1864 llegó a Honolulu en las islas Hawai. Allí completó los estudios y recibió la ordenación sacerdotal. Estuvo trabajando en la isla principal hasta que, en 1873, el obispo pidió voluntarios para la leprosería de la isla de Molokai, a la que el gobierno enviaba los enfermos. Él se ofreció y aquella fue su misión definitiva. Su vida fue heroica. Tuvo que hacer de sacerdote, médico, padre, cuidar las almas, limpiar las llagas, distribuir medicinas, despertar la propia estima de los enfermos, que acabaron organizándose, cultivando la tierra, creando instituciones. En 1884 él mismo resultó contagiado de lepra, y a partir de entonces comenzó a ser conocido y ponderado el ejemplo de su vida de radical entrega al servicio de los leprosos. Murió en la localidad de Kalawao, isla de Molokai en Oceanía, el 15 de abril de 1889. Fue canonizado el año 2009.-
Oración: Padre de Misericordia, que en san Damián nos has dado el sublime testimonio de su caridad a los más pobres y abandonados, concédenos, por su intercesión, que también nosotros, impulsados por el amor al Corazón de tu Hijo, seamos servidores de los hermanos más necesitados y marginados. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
Decía san Pablo a los Corintios: -Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde. Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; y si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada. Y si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; y si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría (1 Cor 13,1-3).
Orar con la Iglesia:
Cuando celebramos la memoria de san Damián de Molokai, que hizo de su vida una entrega generosa al anuncio del Evangelio, invoquemos la ayuda divina.
-Para que la Iglesia sea fiel al Evangelio, como signo de amor a Dios y a los hombres.
-Para que el Espíritu Santo ilumine y sostenga a los misioneros y a todos los que anuncian el Evangelio en situaciones de particular dificultad.
-Para que los responsables de la convivencia cívica de los pueblos, busquen el bien y el progreso de todos, en especial de los más débiles.
-Para que surjan en todas las comunidades cristianas jóvenes y adultos decididos a consagrar sus vidas al anuncio del Evangelio a los pobres.
Oración: Te pedimos, Padre todopoderoso, que derrames sobre nosotros tu gracia salvadora, para que podamos servirte con la entrega generosa e incansable a nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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