DESOLACIÓN
¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella sólo fueron los muertos? ¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto crecer entre sus brazos y los brazos queridos!
Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto vienen de tierras donde no están los que son míos; sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos.
Y la interrogación que sube a mi garganta al mirarlos pasar, me desciende, vencida: hablan extrañas lenguas y no la conmovida lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta.
Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa; miro crecer la niebla como el agonizante, y por no enloquecer no encuentro los instantes, porque la noche larga ahora tan solo empieza.
Miro el llano extasiado y recojo su duelo, que viene para ver los paisajes mortales. La nieve es el semblante que asoma a mis cristales: ¡siempre será su albura bajando de los cielos!
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa; siempre, como el destino que ni mengua ni pasa, descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.
Autor : Gabriela Mistral
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