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SANTOS FELIPE Y SANTIAGO, apóstoles. Felipe, natural de Betsaida, en Galilea, fue primero discípulo de Juan Bautista, y siguió a Jesús cuando éste le dijo «Sígueme», después de lo cual fue a decirle entusiasmado a Natanael: «Hemos encontrado a aquel de quien hablaban Moisés y los profetas, Jesús de Nazaret». Los evangelios lo mencionan en algunos pasajes y la tradición lo recuerda como evangelizador en Asia Menor. Santiago, apellidado «el Menor», pariente de la Virgen María y del Señor, hijo de Alfeo, fue obispo de la primera comunidad judeo-cristiana de Jerusalén; escribió la carta canónica que lleva su nombre; es el apóstol con quien Pablo convertido toma contacto, y a quien el Concilio de Jerusalén concede un papel importante en momentos cruciales del desarrollo de la evangelización. Recibió la palma del martirio en Jerusalén el año 62.
- Oración: Señor, Dios nuestro, que nos alegras todos los años con la fiesta de los santos apóstoles Felipe y Santiago, concédenos, por su intercesión, participar en la muerte y resurrección de tu Hijo, para que merezcamos llegar a contemplar en el cielo el esplendor de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico :
Después de la resurrección, Jesús se apareció a los apóstoles y les dijo: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto» (Lc 24,46-48).
Orar con la Iglesia :
Oremos a Dios Padre por su pueblo santo, edificado sobre el cimiento de los apóstoles.
-Padre santo, tu Hijo resucitado se apareció a los apóstoles para hacerlos sus testigos, haz que también nosotros demos testimonio de Cristo.
-Padre santo, que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres, haz que sepamos proclamar el Evangelio a toda criatura.
-Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de tu palabra, haz de nosotros la tierra buena que la acoja y dé mucho fruto.
-Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo, haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.
Oración: Señor, Dios nuestro, concédenos participar en la muerte y resurrección de tu Hijo, para que merezcamos llegar a contemplarle en el esplendor de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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