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General: MAYO, MES DE MARÍA
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جواب  رسائل 1 من 2 في الفقرة 
من: campitos0  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 18/05/2012 00:14



MAYO, EL MES MARIANO POR EXCELENCIA
Benedicto XVI, del Regina Caeli del 6-V-2007 y del 4-V-2008

Queridos hermanos y hermanas:

Desde hace algunos días ha comenzado el mes de mayo, que para muchas comunidades cristianas es el mes mariano por excelencia. Como tal, se ha convertido a lo largo de los siglos en una de las devociones más arraigadas en el pueblo, y lo valoran cada vez más los pastores como ocasión propicia para la predicación, la catequesis y la oración comunitaria.

Después del concilio Vaticano II, que subrayó el papel de María santísima en la Iglesia y en la historia de la salvación, el culto mariano ha experimentado una profunda renovación. Y al coincidir, al menos en parte, con el tiempo pascual, el mes de mayo es muy propicio para ilustrar la figura de María como Madre que acompaña a la comunidad de los discípulos reunidos en oración unánime, a la espera del Espíritu Santo (cf. Hch 1,12-14). Por tanto, este mes puede ser una ocasión para volver a la fe de la Iglesia de los orígenes y, en unión con María, comprender que también hoy nuestra misión consiste en anunciar y testimoniar con valentía y con alegría a Cristo crucificado y resucitado, esperanza de la humanidad.


Hoy se celebra en varios países la solemnidad de la Ascensión de Cristo al cielo, misterio de la fe que el libro de los Hechos de los Apóstoles sitúa cuarenta días después de la resurrección (cf. Hch 1,3-11). Después de la Ascensión, los primeros discípulos permanecieron reunidos en el Cenáculo, en torno a la Madre de Jesús, en ferviente espera del don del Espíritu Santo, prometido por Jesús (cf. Hch 1, 14). En este primer domingo de mayo, mes mariano, también nosotros revivimos esta experiencia, experimentando más intensamente la presencia espiritual de María.

En sus discursos de despedida a los discípulos, Jesús insistió mucho en la importancia de su «regreso al Padre», coronamiento de toda su misión. En efecto, vino al mundo para llevar al hombre a Dios, no en un plano ideal -como un filósofo o un maestro de sabiduría-, sino realmente, como pastor que quiere llevar a las ovejas al redil. Este «éxodo» hacia la patria celestial, que Jesús vivió personalmente, lo afrontó totalmente por nosotros. Por nosotros descendió del cielo y por nosotros ascendió a él, después de haberse hecho semejante en todo a los hombres, humillado hasta la muerte de cruz, y después de haber tocado el abismo de la máxima lejanía de Dios.

Precisamente por eso, el Padre se complació en él y lo «exaltó» (Flp 2,9), restituyéndole la plenitud de su gloria, pero ahora con nuestra humanidad. Dios en el hombre, el hombre en Dios: ya no se trata de una verdad teórica, sino real. Por eso la esperanza cristiana, fundamentada en Cristo, no es un espejismo, sino que, como dice la carta a los Hebreos, «en ella tenemos como una ancla de nuestra alma» (Hb 6, 19), una ancla que penetra en el cielo, donde Cristo nos ha precedido.

¿Y qué es lo que más necesita el hombre de todos los tiempos, sino esto: una sólida ancla para su vida? He aquí nuevamente el sentido estupendo de la presencia de María en medio de nosotros. Dirigiendo la mirada a ella, como los primeros discípulos, se nos remite inmediatamente a la realidad de Jesús: la Madre remite al Hijo, que ya no está físicamente entre nosotros, sino que nos espera en la casa del Padre. Jesús nos invita a no quedarnos mirando hacia lo alto, sino a estar juntos, unidos en la oración, para invocar el don del Espíritu Santo. En efecto, sólo a quien «nace de lo alto», es decir, del Espíritu Santo, se le abre la entrada en el reino de los cielos (cf. Jn 3,3-5), y la primera «nacida de lo alto» es precisamente la Virgen María. Por tanto, nos dirigimos a ella en la plenitud de la alegría pascual.


"A JESÚS POR MARÍA"



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جواب  رسائل 2 من 2 في الفقرة 
من: Sol Solgraficos مبعوث: 18/05/2012 08:42


 
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