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SAN BERNARDINO DE SIENA. Nació en Massa Marittima (Toscana, Italia), el año 1380, de familia noble. Estudió en la universidad de Siena, y a la edad de 22 años vistió el hábito de san Francisco. Apenas recibida la ordenación sacerdotal, en 1404, fue destinado a la predicación, en la que sobresalió especialmente a partir de 1418, después de dedicarse intensamente al estudio. Fue uno de los mayores predicadores populares del siglo XV, culto a la vez que cercano al pueblo. Propagó la devoción al Santísimo Nombre de Jesús, cuyo anagrama difundió por toda Italia. Contribuyó eficazmente en la reforma de las costumbres del pueblo cristiano. Tuvo un papel importante en la promoción intelectual y espiritual de su Orden, en la que impulsó la gran reforma de los Observantes, para la que contó con colaboradores y continuadores como san Juan de Capistrano, san Jaime de la Marca, el beato Mateo de Agrigento, etc. Sus escritos lo colocan entre los grandes maestros franciscanos. Murió en L''Aquila (Abruzzo) el 20 de mayo de 1444.-
Oración: Señor Dios, que infundiste en el corazón de san Bernardino de Siena un amor admirable al nombre de Jesús, concédenos, por su intercesión y sus méritos, vivir siempre impulsados por el espíritu de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
De la Carta a los Filipenses: «Cristo se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre» (Flp 2,6-11).
Orar con la Iglesia:
Oremos confiados siempre en la palabra de Jesús: «Todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo».
-Por la Iglesia, para que viva y sienta la palabra del Señor: «Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
-Por los que tienen autoridad en la vida pública, para que al menos respeten y hagan respetar el nombre de Jesús.
-Por los cristianos, sus familias y sus grupos, para que acojan con amor a los débiles y desamparados, recordando la palabra de Cristo: «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe».
-Por todos los creyentes, para que de palabra y de obra demos testimonio convincente de Cristo muerto y resucitado.
Oración: Señor Jesús, hijo de María Virgen, escucha las plegarias que te dirigimos confiados en la intercesión de la madre que tú mismo nos diste. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
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