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SAN EFRÉN SIRO, diácono y doctor de la Iglesia. Nació en Nísibe, en la Mesopotamia septentrional, hacia el año 306 y recibió una educación cristiana. Tenía pocos años cuando el emperador Constantino promulgó el edicto de Milán. Pero Efrén no gozó la libertad de culto porque su padre, que era sacerdote pagano, no veía con buenos ojos la educación cristiana que le daba su madre, y lo echó de casa. Se ordenó de diácono a los 18 años y, cuando Nísibe cayó bajo el poder persa, se estableció en Edesa (hoy Urfa, en Turquía), de cuya escuela teológica fue iniciador y director. Tanto en su patria como en Edesa puso de manifiesto sus dotes naturales de orador, místico y poeta (son memorables sus himnos y cánticos para las celebraciones litúrgicas que le valieron el título de «cítara del Espíritu Santo»), a la vez que profundo teólogo y conocedor de la Escritura. A pesar de su intensa vida ascética, desplegó una gran actividad como predicador y como autor de importantes obras destinadas a la refutación de los errores de su tiempo. Murió en Edesa el 9 de junio del año 373.-
Oración: Señor, infunde en nuestros corazones el Espíritu Santo que con su inspiración impulsaba a tu diácono san Efrén a cantar con alegría tus misterios y a consagrar su vida a tu servicio. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
Dijo Jesús a los judíos: -Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él (Jn 6,55-56).
Orar con la Iglesia:
Jesucristo nos invita a todos a su cena, en la cual entrega su cuerpo y su sangre para la vida del mundo. Digámosle con fe:
-Cristo, pan celestial, danos la vida eterna.
-Cristo, que nos mandaste celebrar la cena eucarística en momeria tuya, enriquece a tu Iglesia con la constante y digna celebración de tus misterios.
-Cristo, que encomendaste a los sacerdotes ofrecer tu sacramento, haz que su vida sea reflejo de lo que celebran sacramentalmente.
-Cristo, que haces que formemos un solo cuerpo los que comemos del mismo pan, refuerza la paz y la armonía en todos los que creemos en ti.
Oración: Oh Dios, que en la Eucaristía nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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