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SAN ROMUALDO. Anacoreta y padre de los monjes Camaldulenses, nació en Ravena (Italia) hacia el año 952, de la noble familia ducal de los Onesti. Llevaba vida disipada cuando presenció cómo, en un duelo, su padre mataba a otro hombre, lo que le indujo a retirarse en un monasterio y a buscar luego la vida eremítica. Durante años estuvo recorriendo diversos países en busca de soledad y edificando pequeños monasterios, a la vez que reformaba otros. El año 1023 realizó una fundación en Camaldoli, en los alrededores de Arezzo, que con el tiempo se convirtió en la casa madre de la Orden Camaldulense. Murió el 18 de junio del año 1027 en el eremitorio de Val di Castro, cerca de Fabriano (Italia).
- Oración: Oh Dios, que has renovado en tu Iglesia la vida eremítica por medio del abad san Romualdo, haz que, negándonos a nosotros mismos para seguir a Cristo, merezcamos llegar felizmente al reino de los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
Jesús dijo a sus discípulos en la Última Cena: -Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros (Jn 13,33-35).
Orar con la Iglesia:
Oremos a Dios Padre, que nos ha revelado su gran amor en el don del Hijo Unigénito y del Espíritu Santo.
-Para que la Iglesia testimonie ante el mundo su realidad de pueblo de Dios, convocado por el amor del Padre, por medio de Cristo, en la comunión del Espíritu Santo.
-Para que todos los pueblos, iluminados por el Espíritu Santo, reconozcan en Jesucristo al enviado del Padre y se reúnan en su Iglesia.
-Por cuantos sufren, para que experimenten el amor del Padre y la presencia consoladora del Espíritu Santo.
-Por cuantos son víctimas de la violencia humana, para que se sientan hijos del Padre y hermanos nuestros en Cristo.
-Por todos los bautizados, para que la gracia recibida crezca y fructifique en buenas obras.
Oración: Mira, oh Padre, al rostro de tu Hijo y acoge la oración de esta tu familia, reunida y fortalecida con el don el Espíritu Santo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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