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SAN PELAYO (o PELAGIO), es el mártir de la castidad en el umbral de la juventud. Nació el año 912 en Galicia (España), al parecer en Albeos, provincia de Pontevedra, no lejos de Tuy, donde era obispo su tío paterno, san Hermogio, quien cuidó de su formación cristiana. El año 920 los árabes vencieron a los cristianos en Valdejunquera y se llevaron a Córdoba como rehenes a muchos cristianos, entre ellos al obispo de Tuy. Su hermano, el padre de Pelayo, fue a Córdoba con su hijo para rescatar a Hermogio. No fue posible llegar a un acuerdo con los árabes, y los dos hermanos volvieron a su tierra para reunir el rescate que se les pedía, mientras Pelayo quedaba en Córdoba como rehén. No consiguieron los musulmanes que apostatara de su fe y abrazara la de ellos. El califa Abderramán III se sintió atraído por su figura y, al no poder doblegar su virtud, lo hizo martirizar, a los trece años de edad, el 26 de junio del año 925. Su cuerpo fue trasladado a León, y más tarde a Oviedo, donde se venera en el monasterio benedictino que lleva su nombre.-
Oración: Señor, Padre nuestro, que prometiste a los limpios de corazón la recompensa de ver tu rostro, concédenos tu gracia y tu fuerza, para que, a ejemplo de san Pelayo, mártir, antepongamos tu amor a las seducciones del mundo y guardemos el corazón limpio de todo pecado. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
Dijo Jesús a la Samaritana: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva». La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva? Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna» (Jn 4,10-14).
Orar con la Iglesia:
Demos gracias al Padre, que en el Corazón de su Hijo nos ha dado los mejores dones e invoquémoslo confiadamente.
-Por todos los hombres: para que reconozcan que sólo Jesús es el verdadero Maestro, el Camino, la Verdad y la Vida.
-Por la Iglesia: para que viva y proclame el misterio de Cristo, y revele al mundo la multiforme sabiduría de Dios.
-Por todos los que viven en situación de pobreza, soledad o marginación: para que encuentren acogida en el Corazón de Cristo y en nuestros corazones.
-Por cuantos están empeñados en la lucha por el respeto de la dignidad de toda persona humana: para que, apoyados en Cristo, no desfallezcan.
-Por todos los creyentes: para que sintamos la necesidad de acercarnos a la Fuente de nuestra Vida en la Palabra y en la Eucaristía.
Oración: Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, enséñanos el amor y la ciencia que se encierran en el Corazón de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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