BEATO RAIMUNDO LULIO . [Murió el 29 de junio, pero la Familia Franciscana celebra su memoria el 30 de junio]Nació en Palma de Mallorca (España) hacia 1235, de noble linaje y en ambiente cortesano. De joven emprendió la carrera política, contrajo matrimonio y tuvo dos hijos. Convertido al Señor, renunció a sus bienes e ingresó en la Tercera Orden Franciscana. A partir de entonces, sólo por una cosa suspiraba: contribuir a la salvación de las almas y a la extensión del reino de Jesucristo, amenazado por las doctrinas musulmanas. A tal fin fundó un colegio para la adecuada formación de misioneros, y se retiró a la soledad y a la contemplación. Más tarde peregrinó durante cuarenta años por Roma, Aviñón, París, Vienne, Pisa y otras ciudades, para obtener que se erigieran seminarios donde se formasen varones sabios que esparcieran por todo el mundo la fe católica. Escribió sobre casi todas las ciencias humanas, lo que le valió el sobrenombre de «Doctor Iluminado». Se dirigió a África, y en Bugía lo maltrataron. De regreso a su patria, murió en una nave, avistando ya la isla de Mallorca, el 29 de junio de 1315.-
Oración: Dios de poder y misericordia, que concediste a tu mártir, el beato Raimundo Lulio, un ardiente celo por la propagación de la fe, concédenos, por su intercesión, que nos mantengamos hasta la muerte firmes en la fe recibida por tu gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
San Pablo a los Corintios: -¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo rebosa en proporción nuestro ánimo (2 Cor 1,3-5).
Orar con la Iglesia:
Dirijamos nuestra oración al Señor Jesús, que enriquece continuamente a su Iglesia con la fuerza del Espíritu.
-Tú que llamaste a Simón Pedro para hacerlo pescador de hombres, continúa enviando obreros a tu mies.
-Tú que apaciguaste la tempestad marítima para que no se hundiera la barca de los discípulos, protege de toda perturbación a tu Iglesia.
-Tú que enviaste al apóstol Pablo a evangelizar a los gentiles, haz que el mensaje evangélico sea proclamado a toda la creación.
-Tú que confiaste a la Iglesia las llaves del reino de los cielos, abre sus puertas a todos los que, cuando vivían, confiaron en tu misericordia.
Oración: Llegue a tu presencia, Señor Jesús, la voz de la Iglesia suplicante, para que te permanezca siempre fiel y nos cuide con amor y sabiduría. Tú que vive y reinas por los siglos de los siglos. Amén.