. |
SANTA VERÓNICA GIULIANI. Es una de las grandes místicas de la Iglesia. Nacida en Mercatello (Marcas, Italia) el año 1660, fue de niña caprichosa y vivaracha, a la vez que piadosa y de buen corazón. Era la menor de siete hermanas y su madre, que les dio una esmerada educación cristiana, falleció prematuramente. A los 16 años entró en el monasterio de clarisas capuchinas de Città di Castello (Umbría), en el que ejerció todos los cargos domésticos y fue muchos años maestra de novicias y abadesa. Destacó por su vida de oración y alta contemplación, acompañada de fenómenos místicos extraordinarios, incluso físicos, relacionados especialmente con la Pasión de Cristo. En el «Diario» que escribió por orden de sus confesores nos ha dejado un elocuente testimonio de sus experiencias místicas. Murió en su convento el 9 de julio de 1727.
Oración: Señor, Dios nuestro, que hiciste admirable por las señales de la pasión de tu Hijo a tu virgen santa Verónica; haz que, por su intercesión y ejemplo, aceptemos humildemente la cruz de Cristo para llegar a la gloria de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
De la Carta a los Efesios: «Malas palabras no salgan de vuestra boca; lo que digáis sea bueno, constructivo y oportuno, así hará bien a los que lo oyen. No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios... Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo» (Ef 4,29-32).
Orar con la Iglesia:
Bendigamos a Cristo, autor de nuestra salvación, que ha querido renovar en sí mismo todas las cosas, y digámosle:
-Renuévanos sin cesar por tu Espíritu Santo, para que lleguemos a poseer el cielo nuevo y la tierra nueva que nos has prometido.
-Que trabajemos, Señor, para que el mundo se impregne de tu Espíritu, y se logre así más eficazmente la justicia, el amor y la paz.
-Enséñanos a corregir nuestra pereza y nuestra desidia, para que, bajo el impulso de tu Espíritu, nos empeñemos en la construcción de tu reino.
-Oh buen Jesús, líbranos del mal, y presérvanos de la fascinación de la vanidad, que oscurece la mente y oculta el bien.
Oración: Ilumina, Señor Jesucristo, nuestra mente, infunde en nuestro corazón el deseo de servirte, y escucha piadoso nuestras súplicas. Tú que viven y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
|