Por mi cuello tu mes de abril resbala
y su música templa mi recelo.
De tu mano pasea amigo el cielo
y en mis hombros sus cármenes instala.
Tu alegría desata su rehala
de palomas y arcángeles en celo,
y ante la nueva aurora me desvelo,
entre un batir ardiente, de ala en ala.
Plata y verde, le impones tu divisa,
al tiempo hostil, a la extenuada espera,
al mundo recobrado ya con prisa.
La portentosa gracia quién tuviera
de perpetuar el don de tu sonrisa,
que me convierte octubre en primavera.
Antonio Gala
(poemas de Amor)
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