EL ATAJO
No es que yo viva para la añoranza ni que, a menudo, ande cabizbajo pero, si alguna vez se viene abajo mi corazón y pierdo la esperanza,
si retrocede la ilusión y avanza sombrío el desaliento, no hay atajo mejor, para ponerme a salvo bajo el cielo, que volver a la bonanza
de aquella luz, de aquella primavera, de aquel tiempo de sueños sin frontera cuando nada se sabe de la muerte.
No es que yo viva para la memoria, pero el agua de ayer me sabe a gloria cuando mi corazón no está de suerte.
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