Era una vez una flor que nació en medio de piedras.
Quién sabe como, consiguió crecer y ser una señal de vida
en medio de tanta tristeza…
Pasó una joven y quedó admirada con la flor.
Luego pensó en Dios.
Cortó la flor y la llevó a la iglesia.
Una semana más tarde la flor habia muerto.
Pasó un hombre, vió una flor, pensó en Dios,
agradeció y la dejó allí; no quiso cortarla para no matarla.
Mas, días despues, vino una tempestad y la flor murió…
Pasó una niña y vió que aquella flor era parecida a ella:
bonita, pero sola.
Decidió volver todos los días.
Un día la regó, otro día le trajo tierra, otro día la podó,
despues le hizo un cantero, le colocó abono…
Un mes despues, donde habia piedras y una flor, habia un jardín.
Así se cultiva una amistad . . .
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