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SAN MOISÉS. La Iglesia conmemora hoy a Moisés, profeta, guía y legislador del pueblo de Israel. Nacido en Egipto y depositado en el Nilo para evitar su muerte, fue sacado de las aguas por la hija del faraón, que lo adoptó como hijo. Ya adulto, mató a un egipcio y huyó al desierto, donde se casó con Séfora, hija de Jetró. El Señor se le apareció en la zarza ardiendo, le dijo «Yo soy el que soy» y lo envió al faraón a pedirle la libertad del pueblo hebreo para conducirlo a la Tierra Prometida. Después de las plagas de Egipto, Moisés pudo sacar a su pueblo de aquel país y guiarlo a su tierra, atravesando el mar Rojo y el desierto. En el monte Sinaí, Dios le entregó las tablas de la Ley y se estableció la Alianza entre el Señor y el pueblo elegido. Murió lleno de días y de méritos en el monte Nebo, en tierra de Moab, a las puertas de la Tierra Prometida. En el Nuevo Testamento, Jesús hizo repetidas veces referencia a Moisés, y éste apareció junto con Elías en el episodio de la Transfiguración del Señor.
SANTA ROSA DE VITERBO
Nació en Viterbo (Italia) el año 1234. Muy joven quiso entrar en las clarisas, pero no pudo por su edad y su pobreza. Una grave enfermedad le facilitó el rápido ingreso en la Tercera Orden de San Francisco. Recuperada la salud, se entregó a la vida de oración y penitencia, a la vez que recorría las calles de su ciudad, llevando una pequeña cruz y exhortando al amor de Jesús y de María, y a la fidelidad a la Iglesia. Dios le concedió carismas extraordinarios y por su medio obró milagros. Viterbo estaba dividida en partidarios del Emperador, que eran quienes la gobernaban, y partidarios del Papa. Para afianzar la fe católica, Rosa hacía campaña contra los enemigos del Papa, por lo que fue desterrada con su familia a Soriano. En 1250 murió Federico II, Viterbo volvió a la obediencia pontificia y Rosa y los suyos regresaron a su ciudad. Allí murió el 6 de marzo de 1252. El 4 de septiembre de 1258 su cuerpo incorrupto fue trasladado al monasterio de las clarisas.
-Oración : Padre de bondad, que has unido en la joven santa Rosa de Viterbo la firmeza de ánimo y el encanto de la bondad; al celebrar hoy su fiesta, concédenos imitar también sus virtudes. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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