Estaba oscuro... Solo el rayo de la luz de tús ojos. Me enseñaste a respirar y tús entrañas acariciaban mi frágil cuerpo. Soñaba con colores y te imaginaba hermosa, fueron nueve meses en un mundo rosa. Crecí de a poco con tú calor me alimentaba con tús caricias y frases de amor.
El momento llegaba iba a conocerte, estaba muy protegida con miedo de perderte... Se hizo la luz una mañana de febrero, mamá ahí estabas tú tan maravillosa y tan dulce como te había imaginado.
Aprendí con el correr del tiempo y en mís andanzas peligrosas de cada uno de tús consejos valorados en cada acto de mis diecinueve años, y soñando cada vez que me encuentro lejos, con tús palabras que envuelven mis vivencias y acobardan los miedos de mí juventud.