De pronto sales tú con tu llama y tu voz, y eres blanca y flexible, y estás ahí mirándome, y te quiero apartar, y estás ahí mirándome, y somos inocentes, y la marca roja me besa con tus labios, y es invierno, y estoy en un puerto contigo, y es de noche.
Y no hay sábanas donde dormir, y no hay, y no hay sol en ninguna puerta, y no hay estrella alguna que arrancar a los cielos, y perdidos no sabemos qué pasa, por qué la desnudez nos devora, por qué la tempestad llora como una loca, aunque nadie la escucha. Y ahora, justo ahora que eres clara -permite-, que te deseo, que me seduce tu voz con su filtro profundo, permíteme juntar mi beso con tu beso, permíteme tocarte como el sol, y morirme.
Tocarte, unirte al día que soy, arrebatarte hasta los altos cielos del amor, a esas cumbres donde un día fui rey, llevarte al viento libre de la aurora, volar, volar diez mil, diez mil años contigo, solamente un minuto, pero seguir volando.
Gonzalo Rojas
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