Los optimistas y los pesimistas y ambos tienen razón.
El problema es que los pesimistas se hacen daño a ellos mismos y a los demás, en cambio los optimistas se están beneficiando a sí mismos y son fuente de motivación para otros.
Aquí hay que considerar solamente que lo que recomendamos es un optimismo equilibrado, es decir, hay
que saber reconocer los errores y las fallas, pero con una
actitud mental positiva, de tal manera de pensar que creamos que todo problema tiene una solución, y que pase lo que pase será
bueno para nosotros, que“no hay mal que por bien no venga”, que existe un Plan divino maravilloso que se está cumpliendo inexorablemente, aunque no lo percibamos así.
El optimismo también nos ayuda a perseverar en el camino escogido y a no desfallecer hasta obtener resultados, algunos piensan que todo tiene solución excepto la muerte,
pero lo que no perciben es que la muerte es la solución cuando ya no hay nada más que hacer, cuando un organismo ya cumplió su parte como instrumento de manifestación
de un alma en evolución.
No importa los años que el cuerpo
tenga, lo que determina que alguien muera es que esa alma ya terminó su proceso de aprendizaje o enseñanza en esta vida.
La perseverancia se encuentra en íntima relación con el optimismo.
En algunas ocasiones se desiste ante el primer obstáculo que se presenta, en lugar de insistir todo lo necesario hasta llegar a la meta deseada.
También en esto se aplica el optimismo…
Del libro: LA OTRA REALIDAD