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General: EVANGELIO DE HOY, MIÉRCOLES 30 de ENERO de 2013
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 31/01/2013 00:14
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Miércoles de la tercera semana del tiempo ordinario

Carta a los Hebreos 10,11-18.
Cada sacerdote se presenta diariamente para cumplir su ministerio y ofrecer muchas veces los mismos sacrificios, que son totalmente ineficaces para quitar el pecado. 
Cristo, en cambio, después de haber ofrecido por los pecados un único Sacrificio, se sentó para siempre a la derecha de Dios, 
donde espera que sus enemigos sean puestos debajo de sus pies. 
Y así, mediante una sola oblación, él ha perfeccionado para siempre a los que santifica. 
El Espíritu Santo atestigua todo esto, porque después de haber anunciado: 
Esta es la Alianza que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Yo pondré mis leyes en su corazón y las grabaré en su conciencia, 
y no me acordaré más de sus pecados ni de sus iniquidades. 
Y si los pecados están perdonados, ya no hay necesidad de ofrecer por ellos ninguna oblación. 

Salmo 110(109),1.2.3.4.
Dijo el Señor a mi Señor: 
"Siéntate a mi derecha, 
mientras yo pongo a tus enemigos 
como estrado de tus pies". 

El Señor extenderá el poder de tu cetro:
"¡Domina desde Sión, en medio de tus enemigos!". 
"Tú eres príncipe desde tu nacimiento, 
con esplendor de santidad; 
yo mismo te engendré como rocío,
desde el seno de la aurora". 

El Señor lo ha jurado y no se retractará: 
"Tú eres sacerdote para siempre, 
a la manera de Melquisedec". 


Evangelio según San Marcos 4,1-20.
Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. 
El les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba: 
"¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. 
Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. 
Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; 
pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. 
Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. 
Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno". 
Y decía: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!". 
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas. 
Y Jesús les decía: "A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, 
a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón". 
Jesús les dijo: "¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás? 
El sembrador siembra la Palabra. 
Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. 
Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; 
pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben. 
Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, 
pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. 
Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno". 

silvia6.png picture by silvygilbert



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 31/01/2013 00:16


Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, ​​España)

El Sembrador siembra la Palabra


Hoy escuchamos de labios del Señor la “Parábola del sembrador”. La escena es totalmente actual. El Señor no deja de “sembrar”. También en nuestros días es una multitud la que escucha a Jesús por boca de su Vicario —el Papa—, de sus ministros y... de sus fieles laicos: a todos los bautizados Cristo nos ha otorgado una participación en su misión sacerdotal. Hay “hambre” de Jesús. Nunca como ahora la Iglesia había sido tan católica, ya que bajo sus “alas” cobija hombres y mujeres de los cinco continentes y de todas las razas. Él nos envió al mundo entero (cf. Mc 16,15) y, a pesar de las sombras del panorama, se ha hecho realidad el mandato apostólico de Jesucristo.

El mar, la barca y las playas son substituidos por estadios, pantallas y modernos medios de comunicación y de transporte. Pero Jesús es hoy el mismo de ayer. Tampoco ha cambiado el hombre y su necesidad de enseñanza para poder amar. También hoy hay quien —por gracia y gratuita elección divina: ¡es un misterio!— recibe y entiende más directamente la Palabra. Como también hay muchas almas que necesitan una explicación más descriptiva y más pausada de la Revelación.

En todo caso, a unos y otros, Dios nos pide frutos de santidad. El Espíritu Santo nos ayuda a ello, pero no prescinde de nuestra colaboración. En primer lugar, es necesaria la diligencia. Si uno responde a medias, es decir, si se mantiene en la “frontera” del camino sin entrar plenamente en él, será víctima fácil de Satanás.

Segundo, la constancia en la oración —el diálogo—, para profundizar en el conocimiento y amor a Jesucristo: «¿Santo sin oración...? —No creo en esa santidad» (San Josemaría).

Finalmente, el espíritu de pobreza y desprendimiento evitará que nos “ahoguemos” por el camino. Las cosas claras: «Nadie puede servir a dos señores...» (Mt 6,24).




 
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