La liturgia del Domingo de Ramos es una de las más intensas
de la Semana Santa y del año litúrgico que junto con las
del Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Resurrección
forman las celebraciones principales del año.
El Domingo de Ramos es un día alegre y triste a la vez.
La liturgia del Domingo de Ramos comienza con la bendición
de las palmas y ramas de olivo. Los sacerdotes entran en procesión
(la cual suele ser más larga que lo habitual) a celebrar la Misa.
El color de éste día es el rojo, que representa a Jesús
como rey en su entrada triunfal en Jerusalén
(el rojo es color de reyes) y la Pasión del Señor
(el rojo es el color de la sangre), celebrándose ambas en éste día.
Al comienzo de la celebración, el sacerdote viste de procesional
(con capa pluvial roja), despojándose de ella al llegar al altar
y colocándose la casulla roja, vestimenta propia de la Eucaristía.
Se da la bienvenida y se lee el Evangelio de la entrada triunfal
en Jerusalén. A continuación se bendicen las palmas y ramas de olivo
que llevan en sus manos los fieles. Una vez se han bendecido las
palmas y ramos de olivo, comienza la procesión de ramos, procesión
litúrgica que forma parte de la liturgia del Domingo de Ramos, y que
rememora la entrada triunfal del Señor en la ciudad de Jerusalén tal
y como lo relatan los Evangelios.