Amor:
Te escribo porque tu nombre tan chiquito mueve al mundo. Esa palabrita
mágica se entreteje en toda la extensión de la vida para que ésta pueda
realizarse.
Es la palabra del misterio, del poder, de los heroísmos y de los milagros.
Pone sol en la piel y vuelo en la sonrisa.
Amor: derríteme las espinas y levántame los tallos. Lléname de tierra buena
esas raíces secas que me salen a veces. Y trénzame a tu vida, aunque
anudarme sea con dolor.
Si me desamarro, me sentiré débil, desprotegida. Seré cántaro sin medida,
gaviota sin vuelo, flor al viento, sin raíz. Andaré suelta, resbalándome entre
lágrimas. Me romperé como la ola, sin sentido y noches de vacío.
Siémbrame en lo mejor de tu vida. Envuélveme en el manto de tu ternura.
Cubierta por tu amor, quiero jugarme la piel y la vida.
Como una promesa, como un gorrión que vive entre tus manos y cuando
lo calientas se estremece y canta.
¡Canta a la vida porque conoció el amor!
Zenaida Bacardí de Argamasilla
(escritora, poeta y religiosa cubana)