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General: Los Santos de hoy sábado 20 de abril de 2013
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De: campitos0 (Mensaje original) |
Enviado: 21/04/2013 16:48 |
Los Santos de hoy sábado 20 de abril de 2013 |
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Aniceto, Santo XI Papa, Abril 20
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Inés de Montepulciano, Santa Religiosa, Abril 20
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Marcelino de Embrun, Santo Obispo, Abril 20
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Sara de Antioquía, Santa Mártir, Abril 20
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Clara Bosalta, Beata Fundadora, Abril 20
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Anastasio Pankiewicz, Beato Mártir Franciscano, Abril 20
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Oda, Beata Monja Premonstratense, Abril 20
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Simón Rinalducci de Todi, Beato Presbítero Agustino, Abril 20
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Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Abril 20
Aniceto, Santo |
XI Papa, Abril 20 |
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Aniceto, Santo |
XI PapaMartirologio Romano: En Roma, san Aniceto, papa, que recibió fraternalmente como huésped insigne a san Policarpo, para tratar juntos acerca de la fecha de la Pascua (c. 166).
Etimológicamente: Aniceto = Aquel hombre de gran fuerza, es de origen griego.Las noticias que tenemos sobre su vida son pocas. Es el décimo sucesor de San Pedro; fue Papa entre San Pío I y San Sotero; rigió a la Iglesia por el tiempo que duran once años- desde el 155 al 166- y era originario de Emesa, en Siria.
Las circunstancias en las que trabajó vienen dadas por la situación social, política, económica y cultural de la época. En el siglo II se utilizaba el griego como lengua cultual; los Papas suelen ser provenientes de familias humildes del pueblo; ser elegido para ese servicio era elección para el martirio (hasta el siglo IV todos los Papas dieron su vida por la fe).
El cuidado o servicio a los hermanos tenía que ser intenso, sacrificado, valiente, generoso y muy exigente pero lleno de bondad. Los discípulos de Jesús que aumentaban cada día llevaban aún una existencia precaria aún en los períodos de paz. Incluso con los Antoninos, la muerte para el cristiano podía estar detrás de cualquier acusación o acontecimiento; hasta el estoico Marco Aurelio pensó que la paciencia de los mártires cristianos era fanatismo.
Había que esforzarse en llevar a los paganos el misterio, porque el Reino era también para darlo a ellos. Fué preciso contrarrestar a los pensantes paganos listos que, con sarcasmo, ironía y calumnia, ridiculizaban el espíritu y vida de los cristianos. Por eso la fe se hizo, además, apología.
A los cuidados hacia fuera hay que añadir la atención primaria de la grey con los problemas que surgen desde dentro. Ya pululaban por doquier versiones cristianas de fe que no coincidían con el genuino modelo y era preciso mantener a cualquier precio la pureza de la fe recibida. Esa era la situación del complejo sistema que luego se llamó gnosticismo -se tienen por cristianos y enseñan el secreto conocimiento de lo divino, reciben influencias platónicas y de religiones dualistas persas, forman grupos cerrados, niegan la muerte expiatoria de Jesús y rechazan la resurrección del cuerpo terrenal-.
Marción era gnóstico, vivió en Roma y en tiempo del Papa Aniceto; decía que había dos principios: el bueno era Dios y el espíritu maléfico creó el mundo, la materia y el cuerpo; se hizo rico con negocios navieros; hacía estrago entre los cristianos sembrando confusión y negando el valor del cuerpo con su rigorismo extremo.
En estos cuidados discurrió la vida de Aniceto.
Hubo un asunto peculiar que merece comentario. Policarpo viene a Roma para tratar con el Papa un tema serio. Él fue en su tiempo discípulo directo de San Juan, el apóstol joven, y ahora es el obispo de Esmirna. Con sus ochenta y cinco años quiere dejar acordada la fecha de la principal fiesta cristiana. Los de Oriente siguen la tradición joánica, mientras que los de Occidente siguen la tradición de Pedro. No llegaron a ponerse de acuerdo. Es una cuestión -la de la Pascua- que tardará en resolverse hasta el concilio de Nicea. Pero se despiden en comunión sin romper la unidad ni quebrantar la caridad ¡Todo un ejemplo!
No hay datos explícitos y concluyentes sobre el lugar y modo de su tránsito. El Liber Pontificalis -aunque empleando una expresión extraña por lo inusual- lo coloca entre los mártires; luego, la tradición constante de los martirologios habla de martirio y señala la fecha del 17 de abril, aunque no es unánime. En lo referente al lugar de su enterramiento, se señala en cementerio de san Calixto, donde con frecuencia se enterró a los Papas.
La reliquia de su cabeza fue entregada al arzobispo de Munich, Minucio, en el año 1590, y se venera en la iglesia que rigen los jesuitas en la ciudad. Los restos reposan en el sarcófago que soporta el altar Mayor -el que consagró el cardenal Merry del Val en 1910- de la capilla del Pontificio Colegio Español de Roma; fueron traslados al que entonces era palacio renacentista de los duques de Altemps, en el año 1604. Por eso, en la bóveda está pintada, entre guirnaldas barrocas y múltiples amorcillos, la apoteosis de San Aniceto, con capa desplegada y ascendiendo al cielo. | | | |
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Inés de Montepulciano, Santa |
Religiosa, Abril 20 |
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Inés de Montepulciano, Santa |
Abadesa Martirologio Romano: En Montepulciano, también de la Toscana, santa Inés, virgen, que vistió el hábito de las vírgenes a los nueve años, y a los quince, en contra de su voluntad, fue elegida superiora de las monjas de Procene, fundando más tarde un monasterio, sometido a la disciplina de santo Domingo, donde dio muestras de una profunda humildad (1317).
Etimológicamente: Inés = Aquella que se mantiene pura, es de origen latino.Nació alrededor del año 1270. Hija de la toscana familia Segni, propietarios acomodados de Graciano, cerca de Orvieto.
Cuanto solo tiene nueve años, consigue el permiso familiar para vestir el escapulario de "saco" de las monjas de un convento de Montepulciano que recibían este nombre precisamente por el pobre estilo de su ropa.
Seis años más tarde funda un monasterio con Margarita, su maestra de convento, en Proceno, a más de cien kilómetros de Montepulciano. Mucha madurez debió ver en ella el obispo del lugar cuando con poco más de quince años la nombra abadesa. Dieciséis años desempeñó el cargo y en el transcurso de ese tiempo hizo dos visitas a Roma; una fue por motivos de caridad, muy breve; la otra tuvo como fin poner los medios ante la Santa Sede para evitar que el monasterio que acababa de fundar fuera un día presa de ambiciones y usurpaciones ilegítimas. Se ve que en ese tiempo podía pasar cualquier cosa no sólo en los bienes eclesiásticos que detentaban los varones, sino también con los que administraban las mujeres.
Apreciando los vecinos de Montepulciano el bien espiritual que reportaba el monasterio de Proceno puertas afuera, ruegan, suplican y empujan a Inés para que funde otro en su ciudad pensando en la transformación espiritual de la juventud. Descubierta la voluntad de Dios en la oración, decide fundar. Será en el monte que está sembrado de casas de lenocinio, "un lugar de pecadoras", y se levantará gracias a la ayuda económica de los familiares, amigos y convecinos. Ha tenido una visión en la que tres barcos con sus patronos están dispuestos a recibirla a bordo; Agustín, Domingo y Francisco la invitan a subir, pero es Domingo quien decide la cuestión: "Subirá a mi nave, pues así lo ha dispuesto Dios".
Su fundación seguirá el espíritu y las huellas de santo Domingo y tendrá a los dominicos como ayuda espiritual para ella y sus monjas.
Con maltrecha salud, sus monjas intentan procurarle
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Inés de Montepulciano, Santa | remedio con los baños termales cercanos; pero fallece en el año 1317.
Raimundo de Capua, el mayor difusor de la vida y obras de santa Inés, escribe en Legenda no sólo datos biográficos, sino un chorro de hechos sobrenaturales acaecidos en vida de la santa y, según él, confirmados ante notario, firmados por testigos oculares fidedignos y testimoniados por las monjas vivas a las que tenía acceso por razones de su ministerio. Piensa que relatando prolijamente los hechos sobrenaturales -éxtasis, visiones y milagros-, contribuye a resaltar su santa vida con el aval inconfundible del milagro. Por ello habló del maná que solía cubrir el manto de Inés al salir de la oración, el que cubrió en interior de la catedral cuando hizo su profesión religiosa, o la luz radiante que aún después de medio siglo de la muerte le ha deslumbrado en Montepulciano; no menos asombro causaba oírle exponer cómo nacían rosas donde Inés se arrodillaba y el momento glorioso en que la Virgen puso en sus brazos al niño Jesús (antes de devolverlo a su Madre, tuvo Inés el acierto de quitarle la cruz que llevaba al cuello y guardarla después como el más preciado tesoro). Cariño, poesía y encanto.
Santa Catalina de Siena, nacida unos años después y dominica como ella, será la santa que, profundamente impresionada por sus virtudes, hablará de lo de dentro de su alma. Llegó a afirmar que, aparte de la acción del Espíritu Santo, fueron la vida y virtudes ejemplares vividas heroicamente por santa Inés las que le empujaron a su entrega personal y a amar al Señor. Resalta en carta escrita a las monjas hijas de Inés de Montepulciano -una santa que habla de otra santa- la humildad, el amor a la Cruz, y la fidelidad al cumplimiento de la voluntad de Dios. Pero el mayor elogio que puede decirse de Inés lo dejó escrito en su Diálogo, poniéndolo en boca de Jesucristo: "La dulce virgen santa Inés, que desde la niñez hasta el fin de su vida me sirvió con humildad y firme esperanza sin preocuparse de sí misma".
Fue canonizada por S.S. Benedicto XIII en el año 1726. | |
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